Los métodos innovadores que promueven la participación de los alumnos mejoran los resultados escolares

Los métodos innovadores que promueven la participación de los alumnos mejoran los resultados escolares

La incorporación de nuevas prácticas docentes en las aulas, como debates y presentaciones de los alumnos o los recursos informáticos y audiovisuales, mejora el rendimiento académico de los estudiantes, concluye una investigación.

“Tener un buen profesor equivale a un año más de educación”, destaca Ana Hidalgo, autora del estudio “Los efectos de la calidad del profesor y los compañeros en el rendimiento escolar”, financiado por la Fundación Ramón Areces. A la vista de los resultados, la investigadora apuesta por “conseguir una mayor implicación de los profesores en las nuevas metodologías docentes, que las apliquen más a menudo, que propicien una mayor participación de los alumnos”, puntualiza, aunque cambiar las clases requiera tiempo, esfuerzo y medios.

Ana Hidalgo explica que “las variables observables de cualquier profesión, como pueden ser el salario, la formación o los años de experiencia, no son aplicables para valorar la calidad de un profesor”. Dicho de otro modo, “sabíamos que el profesor importa pero no sabíamos identificar las variables que predicen que sean buenos profesionales”.

Por ello, esta investigadora y la coautora del estudio, Cristina López (Universidad Autónoma de Barcelona) tomaron como punto de partida los datos de la Evaluación General de Diagnóstico (2009), elaborada por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INNE), que evalúa mediante exámenes estandarizados a los estudiantes de 4º de Primaria en cuatro competencias, como son matemáticas, comunicación lingüística, conocimiento e interacción con el mundo físico y competencia social y ciudadana.

Las investigadoras dividieron las prácticas docentes en tradicionales (basadas en un aprendizaje vertical entre el profesor y el estudiante, en el que el alumno es un sujeto pasivo, que toma apuntes y responde a las preguntas del profesor) y modernas (basadas en un aprendizaje horizontal entre los estudiantes de una clase, en el que el alumno es un sujeto activo, que trabaja en grupo y pregunta al profesor).

Al tutor se le preguntaba por la frecuencia con la que realizaba diversas prácticas docentes en clase: el profesor explica la mayor parte del tiempo; el estudiante trabaja los ejercicios propuestos por el profesor; el estudiante trabaja individualmente; el estudiante presenta trabajos a sus compañeros; se promueve el debate en clase; los estudiantes trabajan en grupo. Las tres primeras eran consideradas tradicionales y el resto modernas.

En las encuestas realizadas en 358 colegios de toda España, también se les preguntaba por el uso de materiales, como libros de texto, de ejercicios, material de la biblioteca o propios, periódicos, ordenadores, internet y recursos audiovisuales.

Los profesores fueron sometidos a encuestas con preguntas sobre su formación inicial y continua, el tipo de contrato o el salario, además de sus métodos docentes. Los alumnos realizaron una serie de pruebas básicas para comprobar su rendimiento escolar. Familias y directores de centros también fueron encuestados, y todo ello se valoró en relación con otras variables como el nivel educativo de los padres, el país de origen o el entorno social.

El análisis concluyó que las prácticas modernas se relacionan con mejores resultados en los tests de los alumnos. Los datos obtenidos son importantes porque “se han hecho reformas y no se sabe cómo han funcionado”, defiende su autora, y España tiene “un problema enorme de tasa de abandono y fracaso escolar”.

Aunque el tiempo dedicado a las prácticas tradicionales, un 66%, resultó mayor que las modernas, aquellos que incorporaban las nuevas prácticas obtenían los mejores resultados, especialmente en las competencias lingüísticas, aunque no tanto en las matemáticas. Los más jóvenes eran más propensos a introducirlas, en menor medida los mayores.

Otro dato importante reside en que el hecho de que los profesores con más de tres años de formación universitaria dieran clases en Infantil o en Primaria afectaba negativamente al rendimiento escolar, es decir, que “la sobrecualificación es negativa y la parte vocacional resulta crucial en las etapas básicas”, sostiene la investigadora.

Fuente EfeEscuela